Me encanta la palabra empatía, y eso que se usa poquísimo.
Según la RAE es «Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro«, lo que viene siendo toda la vida, comprender como se siente tu prójimo.
Supongo que pasa en muchos aspectos de la vida, comprendes perfectamente a tu hermana cuando se cabrea porque nadie ha puesto la lavadora en su casa, o a una madre que se emociona en la entrega de premios del cole (como yo) , o lo triste que se puede llegar a estar por la pérdida de un padre; yo antes de que se muriera mi padre no era capaz de sentir esa empatía. Y ahí comprendes lo que se agradece que la gente de tu alrededor se intente poner en tus zapatos y te dé cariño cuando estas pasando una mala racha y que se alegre contigo en las buenas, porque esas también las tenemos.
Y lo nuestro chicas no es casualidad, es pura empatía; Seguro que os pasa como a mí, que cada vez que nos encontramos (tomando un café, en un whatsapp, en un blog, en un hospital, en una reunión, en las redes sociales…), nos sentimos muy a gusto, como si nos conociéramos de toda la vida. Comprendemos los bajones y nos alegramos de la buenas noticias de verdad. Estar en contacto con otras pacientes de cáncer o acompañantes en cualquiera de las versiones posibles de contacto, nos sirve de desahogo, de descompresión, nos sentimos comprendidas…
Es una gozada pero no tiene mucho mérito porque cada una de nosotras entiende perfectamente lo que está pasando la otra porque lo hemos vivido en nuestras propias carnes.
Lo que SÍ que tiene mérito es la gente que siente empatía y no lo ha pasado y no lo ha sufrido.
Desde el principio de mi cáncer me he encontrado mucha gente así y cada día me encuentro más: ayer una psicóncologa que relataba exactamente todas las fases por las que pasamos emocionalmente y parecía de verdad que las hubiera vivido en primera persona (supongo que es que ha estudiado para ello); la dueña de un centro de estética que vendía pelucas y explicaba como se sentían sus clientas como si fuera ella misma y que no creo que tuviera ninguna formación en psicología (justo lo que sentimos Lourdes y yo cuando me probé la mía); hoy con unas chicas (alguna sin cáncer) que han entendido perfectamente lo que queremos transmitir en revista Rose y muchas empresas sin vínculo alguno con el mundo cáncer, que ayudan a la revista porque COMPRENDEN lo que puede ayudarnos a las pacientes de cáncer, a los acompañantes y a todas las mujeres para fomentar la prevención.
Pues eso es empatía a raudales
Hasta el viernes chicas, que justo ¡se acaba nuestro mes!