Ayer y hoy la mayor parte de los medios de comunicación en España, se están haciendo eco de la publicación de un macroestudio de investigación realizado por genetistas de una Universidad americana que concluye que la principal causa del cáncer es el azar.
Ayer leí la noticia en un par de medios, por ver si alguno tenía sesgo, y así compartirlo con vosotras de la forma más aséptica o rigurosa posible; y aún así no creí tener criterio suficiente…Me siento muy cómoda contándoos en este blog mis experiencias u opiniones personales, de esas tengo criterio de sobra; pero lo de meterme en terrenos que no domino, no me gusta sin tener toda la información posible, y este tiene mucha miga porque se puede malinterpretar!
Así que he tenido la osadía de preguntarle su opinión al respecto a Carlos López Otín nuestra eminencia nacional sobre el genoma, Catedrático en el área de Bioquímica y Biología molecular de la Universidad de Oviedo, y él, ha tenido la gentileza de contestar y encima tomarse su tiempo para explicarlo .
«Hola María, muchas gracias por escribirme…
El trabajo del que hablas es la extensión de otro anterior de los mismos autores y que no estuvo exento de polémica. Esencialmente, el cáncer surge por acumulación de daños en el material genético (el ADN o el genoma) de nuestras células. En un pequeño porcentaje (inferior al 10%) de los tumores malignos, estos daños genómicos o mutaciones son heredados de nuestros progenitores y estamos ante los casos de cáncer familiar, como el de la familia de Angelina Jolie, por ejemplo. Sin embargo, la inmensa mayoría de los tumores son genéticos pero no hereditarios, o sea surgen de defectos en el genoma adquiridos a lo largo de la vida y no de nuestros padres.
¿Cómo se adquieren? de varias maneras: Por un lado, por daños externos como pueden ser la exposición a agentes mutagénicos incluyendo el humo del tabaco o la radiación solar, o por infección por algunos virus cancerígenos. Pero además de estos casos que pueden ser evitables mediante estrategias de prevención, muchas mutaciones surgen por los propios defectos de nuestra maquinaria celular, defectos que se acentúan con el paso del tiempo, por eso la edad es el principal factor de riesgo para el desarrollo del cáncer.
¿Somos entonces imperfectos? Por supuesto, y afortunadamente, pues en caso contrario seriamos todavía meros microbios, no habría habido evolución alguna. Desde que se abrió camino la vida por primera vez hace 3.500 millones de años, el primer secreto que hubo que aprender fue el de la división celular, una célula se divide y da dos más o menos iguales y así se va propagando la vida. La clave la tiene la molécula que todo lo organiza, el ADN, que en cada una de nuestras células tiene 3.000 millones de piezas, un texto gigantesco con solo cuatro tipos de letras, cuyo orden de colocación nos hace únicos y distintos. Cuando una célula se divide, el ADN debe copiarse para que cada célula hija tenga su propio ADN, y copiar 3.000 millones de piezas en unas pocas horas es una tarea compleja y se cometen algunos errores. Si estos errores afectan a partes esenciales del genoma, se pierden los controles internos y las células se vuelven egoístas e inmortales. Afortunadamente, una parte importante de nuestra energía celular se emplea en reparar esos errores de copia o en intentar solucionar algunos de los daños externos. Si no fuera por esos mecanismos de reparación, todos tendríamos cáncer en muy poco tiempo. Así que lo verdaderamente milagroso es no tenerlo y eso se lo debemos a estos complejos y curiosos mecanismos de reparación de los daños genómicos. Pero como el paso del tiempo los hace menos eficaces o si se saturan por exposiciones excesivas a daños externos, de una u otra forma, estamos abocados a desarrollar tumores.
Y aquí entra el componente de azar, alguien puede fumar mucho pero las mutaciones acumuladas no han llegado a afectar a genes esenciales y no se desarrolla el cáncer. Por el contrario, alguien puede llevar una vida muy sana y un mínimo error en el mecanismo de copia del ADN puede desencadenar una tormenta mutacional y finalmente un tumor. Esta es la prueba de que somos vulnerables y lo seremos siempre, pues esta es la esencia de los procesos biológicos que nos han traído hasta aquí.
Este trabajo que se publica hoy en Science cuantifica este azar y señala que un porcentaje significativo de los tumores surge de estos daños azarosos, y sin duda es correcto aunque seguro que pronto otros vendrán y matizarán las cifras y los porcentajes y los tipos de células que sufren preferentemente estos daños. Lo que me preocupa un poco de la manera de presentar estos estudios es que, mal planteados, puede parecer que si el azar es tan importante para qué molestarnos en tomar medidas preventivas. Y hacer esta lectura sería un grave error porque quien más juega a la lotería tiene más probabilidades de que le toque el premio, y en el caso de la salud lo mismo; quien más invierte en seguir una vida sana tendrá siempre más opciones de vivir un poco más y un poco mejor, y cuando nos alcance el cáncer o la enfermedad que nos corresponda a cada uno, estaremos mejor preparados para afrontarla.»
Gracias Carlos, menuda lección de genética para todos los públicos…Pero lo más importante, ¡¡¡tus conclusiones!!! que suscribo al 100%…
Loterías, las justas 🙂